Los monzones, esos vientos estacionales que cambian de dirección entre el verano y el invierno, son mucho más que simples fenómenos meteorológicos. En regiones como el sur de Asia, África y partes de Australia, los monzones son los latidos del clima, capaces de dar vida o causar devastación.
El término "monzón" proviene de la palabra árabe mausim, que significa "estación". En esencia, los monzones son vientos que cambian de dirección con las estaciones, influyendo en el clima de vastas áreas geográficas. Durante el verano, los vientos monzónicos traen consigo aire húmedo del océano hacia los continentes, causando lluvias intensas. En invierno, el proceso se invierte, con vientos secos que soplan desde la tierra hacia el mar.
Estos vientos son provocados porque la tierra se enfría y se calienta más rápido que el agua, de acuerdo con el proceso de la alternancia del aire. Por lo tanto, en verano, la tierra alcanza una temperatura mayor que el océano. Como el viento sopla desde áreas de alta presión (anticiclones) hacia áreas de baja presión (ciclones) con el fin de igualar ambas presiones, la lluvia es producida por el aire húmedo elevándose y enfriándose por ese ascenso en las montañas. Cuando el sol calienta las tierras, las brisas soplan en sentido inverso, del mar a la tierra.
Típicamente, los monzones se producen en las costas meridionales asiáticas en el Océano Índico y, sobre todo, en las laderas meridionales de las cordilleras del Himalaya y del Karakorum (las más elevadas del mundo), allí se registran las lluvias más intensas de nuestro planeta que solo son comparables a las que se observan en el noroeste de Colombia.
El Himalaya es una cordillera situada en el continente asiático que se extiende por varios países: Bután, Nepal, China, Birmania, India y Pakistán.
Para millones de personas en el sur de Asia, los monzones son el alma de la agricultura. Las lluvias monzónicas riegan los campos, alimentando cultivos como el arroz, del cual dependen cientos de millones de personas. Sin embargo, cuando los monzones son más intensos de lo habitual, pueden causar inundaciones devastadoras, destruyendo viviendas, cultivos y la infraestructura, y desplazando a poblaciones enteras.
Por otro lado, la ausencia o retraso de los monzones puede ser igual de catastrófico, provocando sequías severas que arruinan las cosechas y causan escasez de agua, lo que afecta la salud y la economía de la región.
Uno de los monzones más notorios en la historia reciente fue el de 2010 en Pakistán. Las lluvias inusualmente intensas causaron inundaciones masivas, afectando a más de 20 millones de personas. Miles de vidas se perdieron, y las pérdidas económicas fueron devastadoras. Las imágenes de las inundaciones recorrieron el mundo, poniendo de manifiesto cómo un fenómeno natural puede trastocar la vida de millones en cuestión de días.
Pakistán, agosto de 2010. La región de Beluchistán sufriendo las consecuencias de las lluvias monzónicas.
En contraste, en 2019, India experimentó un monzón inusualmente débil que resultó en una de las peores sequías en décadas, especialmente en la región de Maharashtra. Los agricultores lucharon para mantener sus cultivos, y las reservas de agua en las principales ciudades cayeron a niveles críticos.
2019. India durante la sequía causada por el monzón.
Los patrones monzónicos se están viendo alterados a causa del cambio climático, lo que los hace más impredecibles. Esto plantea un desafío monumental para las regiones que dependen de estos vientos para su sustento. Anjal Prakash, director de investigación en la Escuela India de Negocios,asegura que en esta región esperan que tanto las sequías como los aguaceros se intensifiquen conforme se calienta el planeta, y sumado al cambio climático, el crecimiento urbanístico incontrolado de algunas regiones colabora a intensificar el problema de las inundaciones. Resulta entonces crucial poder comprender y adaptarse a los monzones para garantizar la seguridad y el bienestar de millones de personas.