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Visitando la base Marambio

30/10/2022
En esta innhóspita región, más de 80 personas conviven a diario durante el invierno, con temperaturas de hasta 50 grados bajo cero.

Facundo Negri es militar y vive desde diciembre pasado en la Base Marambio, una de las 13 que Argentina tiene en la Antártida. Explica qué es lo que siente el cuerpo cuando la temperatura alcanza los 50 grados bajo cero: "¿Qué se siente? Dolor, mucho dolor. Es como tener un hielo apretado y que empiece a quemar". La base Marambio se ubica sobre una meseta de 200 metros de altura y solo 1,5 kilómetros de largo, lo mismo que mide la pista de aterrizaje que una vez al mes recibe al emblemático avión Hércules de la Fuerza Aérea que transporta personal, víveres y equipamiento para el resto de las bases argentinas.


El Hércules es un tractor con alas. Cuando toca la pista de permafrost, una mezcla congelada de tierra, hielo y piedra característica de la Antártida, se sacude como alcanzado por una descarga eléctrica. Las hélices de sus cuatro motores invierten el sentido del giro y las 70 toneladas de la mole se detienen justo antes de caer al precipicio.


En esta región de climas extremos, todo es riesgoso: Cuando el viento alcanza los 160 kilómetros por hora, las 80 personas que pasan el invierno en Marambio —el número sube hasta casi 200 en verano— se guardan dentro de sus habitaciones, leen en la biblioteca, miran una película o juegan al ping-pong. El resto del tiempo lo usan para mantener en condiciones los característicos módulos naranjas que permiten la supervivencia. En la base hay tres generadores eléctricos que funcionan a gasoil, porque quedarse sin luz sería el fin: "Cuando el frío pega no podés estar más de dos minutos fuera", advierte Negri.


Fabián Bruneta es piloto antártico, y antes de iniciar el vuelo desde la ciudad de Río Gallegos, a tres horas y media por aire de Marambio, advierte que el día anterior sólo pudo aterrizar al tercer intento. Los pasajeros se entregan con fe a este hombre de 48 años que pilota sobre el hielo desde hace dos décadas. "Ayer entramos a la base para preparar el viaje con los ministros sin ningún tipo de contacto visual, por el banco de niebla que cubría la pista, algo muy frecuente. Es una operación sumamente riesgosa, pero calculada", dice.


Francisco Quarín es uno de esos civiles que pasan el invierno en Marambio. Tiene 31 años y junto a otros tres ingenieros electrónicos mantiene los equipos del laboratorio para el verano, cuando llegarán los científicos. "Venir fue un desafío personal, porque la vida acá es única. Hace nueve meses que estoy y no dejo de sorprenderme. Las noches son increíbles; el mar congelado te muestra cómo cambia el paisaje de invierno a verano", comenta. El viento y el frío son los enemigos de los que debe proteger a sus equipos. Son también la pesadilla de nueve científicos que llevan 20 días esperando en Marambio que el helicóptero los lleve a la base permanente Carlini, ubicada hacia el norte, en la isla 25 de Mayo. Llegar hasta Carlini requiere una escala previa en la base Petrel, y la combinación de una triple ventana de buen tiempo los mantiene anclados en Marambio.

El Hércules en la pista de la base Marambio (El País)


La vida es dura en la Antártida. Cuando el viento alcanza los 150 kilómetros por hora y la temperatura se desploma apenas se puede salir a la intemperie. Negri aún recuerda cuando se le quemó la nariz por congelamiento; o cuando debió protegerse en un refugio ubicado a solo 200 metros de la base porque un cambio brusco en las condiciones le impidió llegar. "Es que todos los fenómenos climáticos empiezan en la Antártida", explica el meteorólogo Andrés Acuña, parte del equipo de pronosticadores que trabajan en Marambio. De su trabajo depende, por ejemplo, que el Hércules encuentre una ventana de buen tiempo para aterrizar.


A comienzos de octubre, se realizó una reunión del Consejo de Ciencia y Tecnología en la base. Ese día, el clima hizo que el despegue del avión para llevar a la comitiva de altos funcionarios y científicos se demore cuatro horas desde Río Gallegos. La niebla había vuelto invisible la pista y hubo que esperar a que saliese el sol durante unos minutos."Puede acumular hasta cinco metros de nieve", dice Gerardo Gómez, jefe del aeródromo de Marambio. "Eso en invierno. En verano el problema es que esa nieve se derrite y forma un barro que también afecta la operación del Hércules".


El cambio climático también se vuelve notorio en esta región. El biólogo Walter Mac Cormack, director del Instituto Antártico Argentino, comentó que el calentamiento tiene allí "un efecto mucho más acentuado". "Muchas de las especialidades científicas tienen ahí situaciones y problemas que afectan a todo el planeta, pero que se generan y se desarrollan en la Antártida", dice. Como ejemplo, mencionó la aparición de un mosquito "que no resistía el frío de antes y sí resiste el de ahora"; o las nuevas "zonas verdes que antes no existían".

Via: ElPais.com

Fuente: ElPais.com

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